ESCUELA DE VALORES HUMANOS

 

Ana María Alcántara Fernández, profesora de apoyo de Secundaria, ha explicado que la principal virtud del equipo enviado desde Badajoz es que estaba integrado por un chaval con síndrome de Down y uno de sus compañeros de aula. «Para la propia clase es enriquecedor tener a un compañero así. Se ha integrado perfectamente y están siempre pendientes de él».
Este trato hace que Ángel Sobrino Orosa se sienta un alumno más. A sus 13 años, tiene la oportunidad de estudiar en uno de los colegios más prestigiosos de Badajoz y el síndrome con el que nació no le impide sentirse un estudiante feliz y valorado.
Durante el viaje a Madrid, su compañero de equipo ha sido Luis Espada Rangel, que ha vuelto encantado. «A todo el mundo le gustó la presentación de Extremadura, yo creo que estuvimos entre los que más gustaron».
Parte del éxito estuvo en la aportación de Ángel, que tenía el encargo de hablar de los valores que no se compran con el dinero. «La belleza, la amabilidad, la felicidad...». Aunque lo que mejor se le dio fue contar las cosas que sí se pueden adquirir tirando de tarjeta: el reloj, los juguetes, la 'play', las películas...
Ana María Alcántara cree que esta experiencia complementará la formación humana que se imparte en el colegio Ramón Izquierdo a lo largo de todo el curso. «Aquí tenemos la ONG Solidaridad Don Bosco y este año hemos realizado un mercadillo solidario en los recreos para contribuir con África. Tenemos el día del bocadillo solidario para ayudar al Domund y la operación kilo. Son cosas que van contribuyendo a la formación de los niños», añade.
También el pedagogo del departamento de orientación, Óscar Sánchez Cano, ha destacado el valor de la experiencia vivida por Ángel y Luis. «Allí se quedaron supersorprendidos de que enviáramos a Ángel, porque lo habitual es mandar al concurso a personas superinteligentes y superpreparadas, cuando lo importante para nosotros ha sido apostar por el valor de la integración a la hora de seleccionar a nuestros representantes».
Contentos con los resultados obtenidos y felices por el trabajo hecho, Ángel y Luis disfrutan estos días contando a sus compañeros la experiencia y se alegran de haber tenido la oportunidad de conocer a chicos y chicas que defienden los valores auténticos. «Solo fueron dos días de convivencia, pero muchos se hicieron muy amigos y terminaron llorando en la despedida. La verdad es que ha sido una experiencia inolvidable», concluye Luis.